Esta sección del blog, permitira publicar datos biográficos de aquellos personajes que han tenido influencia notoria en el desarrollo de la historia de la iglesia católica en Venezuela. Evaluando nuestra iglesia local, es indudable la abundante existencia de historias que contar, por lo que elegir nuestro primer protagonista supuso un enorme esfuerzo. Por tratarse de una bitácora realizada por laicos, considere oportuno publicar la vida de un gran hombre, cuyas virtudes heroicas y ejemplo de santidad deben iluminar el diario caminar de cualquier habitante de estas tierras.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ.
Nace el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, una pequeña localidad ubicada en el estado Trujillo, en la cordillera Andina, en el occidente del país, siendo el primero de seis hermanos, hijo de Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla, de ascendencia colombiana y española respectivamente. Toda su infancia transcurre en su pueblo natal pues su padre era dueño de un comercio en la localidad, posición bastante elevada para el momento.
A los 13 años de edad, José Gregorio manifiesta a su padre el deseo de estudiar la carrera de Leyes; sin embargo, su padre este le convence para que estudie medicina. Para ello tiene que trasladarse a la ciudad de Caracas para realizar sus estudios de bachillerato. Al llegar a la capital, inicia sus estudios en el Colegio Villegas, uno de los más prestigiosos colegios de la época, el cual era dirigido por Guillermo Tell Villegas. Pasando su estadía dentro de las mismas instalaciones del colegio, el joven José Gregorio crea lazos de amistad con el director y su esposa, quienes influiran notablemente en su desarrollo.
EL HOMBRE DE CIENCIA: El 28 de Junio de 1888, Hernández recibe el título de Medicina en la Universidad Central de Venezuela, luego de graduarse, el Gobierno de Venezuela le otorga una beca que le permite viajar a París, a los fines de profundizar su conocimiento en áreas más aplicadas de la medicina que para dicho momento no eran bien conocidas en el país.
Para noviembre de 1889, ya se encuentra cursando estudios en el laboratorio de histología de Mathias Duval. Durante dichos estudios, José Gregorio profundiza en las áreas de Microbiología, Histología Normal, Patología Bacteriología y Fisiología Experimental, entre otras.
Terminados sus estudios en esa ciudad, solicita permiso y se traslada a Berlín a estudiar histología y anatomía patológica y seguir un nuevo curso de bacteriología. Culminados sus estudios, Hernández regresa a Venezuela a fin de ingresar como profesor en la Universidad Central de Venezuela en Caracas, además, aprovecha para traer valiosos equipos médicos al Hospital Vargas. Es él quien introduce el microscopio en Venezuela por primera vez. En 1891, el doctor Hernández regresa de Europa, y en noviembre de ese año, comienza su actividad como docente en las cátedras de de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología, en la Universidad Central de Venezuela (UCV) siendo fundador de ambas, hay que destacar que al culminar sus estudios de postgrado en París y Berlín le fue delegada la responsabilidad de adquirir con recursos del Estado Venezolano los materiales necesarios e indispensables para instalar "El Laboratorio de Fisiología Experimental" en Caracas, así como la adquisición de la bibliografía que fuera necesaria para la apertura de las cátedras mencionadas en la UCV, labor que cumplió con empeño, honestidad, y eficiencia propias de su persona. Fue él quien introdujo el microscopio en Venezuela, y muchos de los instrumentos que trajo de Francia, según el testimonio del Dr. Augusto Pi Suñer se encontraban en uso para su época.
El 14 de septiembre de 1909, es nombrado profesor de otra Cátedra, esta vez la de Anatomía Patológica Práctica, la cual funcionó anexa al Laboratorio del Hospital Vargas, de la cual se encarga hasta la creación de la Cátedra de Anatomía Patológica de la Universidad Central con asiento en el Instituto Anatómico y que fue regentada por el Dr. Felipe Guevara Rojas, en 1911.
No sólo fue el fundador de la Cátedra de Bacteriología, puesto que también fue la primera persona en Venezuela en publicar un trabajo de dicho disciplina, denominado “Elementos de Bacteriología” en 1906. La cátedra de bacteriología fue la primera que se fundó en América. Es con él cuando comienza la verdadera docencia científica y pedagógica, a base de lecciones explicativas, con observación de los fenómenos vitales, la experimentación sistematizada, prácticas de vivisección y pruebas de laboratorio. Introdujo el microscopio y enseñó su uso y manejo; coloreó y cultivó microbios; hizo conocer la teoría celular de Virchow. Fue además, un gran fisiólogo y un biólogo eminente, pues conocía a fondo la física, la química y las matemáticas, ciencias básicas y trípode fundamental sobre la que reposa toda la dinámica animal. Las aplicaciones prácticas de esas experiencias, las supo poner al servicio de la finalidad suprema de la medicina, que no es otro que curar enfermos y proteger la vida.
Su labor docente fue interrumpida en dos oportunidades. La primera cuando decide hacerse religioso en el monasterio la orden de San Bruno en La Cartuja de Farneta, a la cual llegó el 16 de julio de 1908, y de la que regresó el 21 de abril de 1909, para en mayo de ese año reincorporarse a sus actividades académicas en la Universidad. La segunda vez que interrumpió sus actividades docentes fue a partir del primero de octubre de 1912 cuando el gobierno dictatorial del General Gomez decreta el cierre de la Universidad, ya que ésta se había puesto en contra de dicho tirano. En enero de 1916 al crearse la "Escuela de Medicina Oficial" que funcionó en el Instituto Anatómico en la esquina de San Lorenzo. Hubo otra corta interrupción, pero esta vez sin apartarse del ámbito académico, ya que en 1917 viaja a las ciudades de N.Y y Madrid a realizar estudios; de sus Cátedras queda encargado temporalmente su ilustre discípulo el doctor Domingo Luciani. Reinicia su actividad docente el 30 de enero de 1918 hasta el día sábado 28 de junio de 1919. Era conocido como un profesor bastante culto (hablaba francés, alemán, inglés, italiano, portugués, dominaba el latín, era músico, filósofo y poseía profundos conocimientos de teología), exigente y se caracterizaba por la puntualidad en el cumplimiento de sus deberes profesorales. Formó una escuela de investigadores quienes despeñaron un rol importantísimo en la medicina venezolana. Discípulos de Hernández fueron el Dr. Jesús Rafael Risques, quien fue su sucesor en la Cátedra de Bacteriología y Parasitología, Rafael Rangel (1877-1909) considerado como el fundador de la parasitología nacional.
Es sabido que de la mano de los Doctores Mathias Duval, Isidro M Strauss, y Charles Robert Richet, (este último el 11 de diciembre de 1913, fue galardonado con el Premio Nóbel de Medicina por sus investigaciones sobre Anafilaxia), obtuvo los conocimientos teóricos y el dominio de las técnicas histológicas, en boga para esa época, así como los conceptos básicos sobre la embriología. Con estas herramientas adquiridas en Francia, Hernández introduce y establece el método experimental en Venezuela. Aunque Hernández sólo escribió trece trabajos científico, una cantidad poco numerosa, la Academia Nacional de la Medicina (de la cual fue fundador) reconoce su encomiable labor.
EL HOMBRE DE FE. A pesar de no ocupar algún cargo dentro del clero de la iglesia, José Gregorio era un ferviente creyente catolico, por lo cual despues de haber cumplido para con su familia, la ciencia y su país, decidió avocarse a la vida religiosa, en el año 1907 luego de discutir el caso con el arzobispo de Caracas para ese entonces, Monseñor Juan Bautista Castro Este envía una carta al Prior de la orden de San Bruno en La Cartuja de Farneta cerca de Lucca, Italia. donde solicita la admisión de José Gregorio a la orden.
El 16 de Julio de 1908 José Gregorio arriba a la orden en donde debe pasar un nuevo examen de su vocación antes de poder entrar novicio. Es instruido en dicho momento sobre los detalles de su futuro y de la orden así como se comprueba su vocación de religioso. En 1913, ingresa en el Colegio Pío Latinoamericano de Roma, para seguir la carrera sacerdotal, pero tiene que abandonar el intento por motivos de salud, y regresa a Venezuela. Ya no intenta mas la vida religiosa. Comprende que Dios lo llama a la vida seglar. Será un seglar católico ejemplar sirviendo a Dios en sus hermanos desde su vocación de médico, pues así también se puede y se debe ser santo. Continúa ejerciendo como médico ejemplar. Dedica 2 horas diarias a servir a los pobres. Un día,el 29 de junio de 1919, mientras cruza la calle para comprar medicinas para una anciana muy pobre, es atropellado por un vehículo. Una testigo declaró que el Dr. José Gregorio, al ver que le venía el carro, exclamó: "¡Virgen Santísima!". Fue llevado en carrera al hospital donde un sacerdote alcanzó impartirle la Unción de los Enfermos antes de que muriera. Caracas se conmovió y muchos decían: "ha muerto un santo".
Por sus acciones, el pueblo venezolano siempre ha venerado al Dr. José Gregorio, pidiéndole favores y atribuyéndole milagros, hecho por el cual la Iglesia Católica Venezolana inicia en el año 1948 el proceso de beatificación y canonización por parte del Arzobispo de Caracas, Monseñor Lucas Guillermo Castillo ante el Vaticano. El 16 de Enero de 1986, el Sumo Pontífice Juan Pablo II declaró solemnemente sus virtudes heroicas, por lo cual se le otorga el título de Venerable. Desde entonces, sólo lo distancia de la beatificación y, por lo tanto, de la posibilidad de rendirle culto en los altares, la comprobación de un milagro. A lo largo de estos años se han iniciado varios procesos sobre presuntos milagros, pero hasta ahora, no han llegado a feliz término. De completarse el proceso, José Gregorio podría convertirse en el segundo Beato nombrado por la Iglesia Católica de procedencia venezolana.
La beatificación del Dr. Hernández es actualmente una meta que espera alcanzar la iglesia católica venezolana, por lo cual, debemos juntar nuestras voces a traves de la oración y pedir a nuestro Padre Celestial, convenga en darnos esta gracia.
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